Nueve de octubre

Escrito por Sammy Higgins

Class of 2026

     El mundo es muy cruel y, durante situaciones duras, las personas cierran los ojos porque ayuda a que la tristeza desaparezca. La acción de cerrar los ojos es una fuga de la realidad y ayuda en este momento, pero cuando una persona abre los ojos la tristeza vuelve. Igual que el niño en el relato de Reynaldo Arenas, “Con los ojos cerrados”, también cierro los ojos cuando tengo una dificultad. Cuando era una niña, cerré los ojos el nueve de octubre de 2015. Este día fue el peor día de mi vida. Yo recuerdo cada detalle. Me levanté a las siete de la mañana para ir a la escuela con mis hermanos. Me parecía un día normal, pero el horror vino por la noche. Cuando regresé a casa después de la escuela, fui al entrenamiento de hockey con mi gemela, Kiki, y mi padre conducía el coche. El paseo en coche no era igual esta vez. Mi padre hablaba por telefóno con preocupación, pero Kiki y yo no entendíamos la conversación. La noche continuó, pero en silencio. Yo regresé a casa después del entrenamiento de hockey y completé mi tarea. Entonces cené con la familia como cada noche, aunque mi padre no estaba en casa. Estaba llena de preocupación y en ese momento yo quería cerrar los ojos y parar por primera vez en el día. La noche continuaba y mi madre, mis hermanos y yo mirábamos la tele. Una vez se hizo tarde, me fui a la cama con mi gemela. Mi madre nos dijo buenas noches. Por alguna razón, no podía dormir. De repente el grito de mi hermana mayor se oyó a través de la casa. En ese momento, tenía los ojos bien abiertos. Bajé rapidísimo por las escaleras con Kiki, como si volara, porque tenía miedo. Cuando llegué con Kiki adonde mi madre, ella dijo que mi prima, Casey, había fallecido. En ese momento, yo instantáneamente cerré mis ojos. Recé y esperé a que mi madre dijera que no era real. Las lágrimas me caían por la cara. Por esta razón, ese nueve de octubre fue el peor día en mi vida. Este día me tortura.

     El eco de aquel grito resuena en mi cabeza desde que ocurrió. Cuando el calendario llega al nueve de octubre cada año yo lloro mucho con mi familia, porque Casey se murió inesperadamente. Ella tuvo un derrame cerebral y los médicos no pudieron ayudarla a tiempo. La muerte de mi prima me hizo entender que debo vivir cada día al máximo. Estoy agradecida por todas las cosas y personas en mi vida. Por ejemplo, mi familia, mis amigos, mi salud y mi educación son muy importantes para mí. En momentos duros de mi vida, pienso en Casey. Cuando encuentro dificultades, la muerte de Casey me hace entender que soy fuerte. La acción de cerrar los ojos continuó durante muchos años después de ese día. Todos los nueve de octubre reflexiono sobre su muerte y me permito a mí misma cerrar los ojos y sentir tristeza. Los otros días del año, yo mantengo los ojos abiertos para disfrutar la vida. Casey debe querer que yo sea feliz y sé que ella es parte de mí. Mi cuento es un poco diferente al cuento del niño de Reynaldo Arenas. Es diferente porque no uso mi imaginación para cambiar cosas en mi vida. En lugar de eso, acepto la realidad de las circunstancias de mi vida aunque sean horribles y tristes. La muerte de mi prima me hizo fuerte en todos los aspectos de la vida.