Los tres mosqueteros: caos en Commons

Escrito por Christina Spanier, Max Ganem, y Eva Pearlman

Class of 2025

     En una esquina tranquila y llena de polvo de Commons, se escuchan las doce campanadas de la capilla. Sin embargo, no por las orejas humanas, sino por las orejas desproporcionadamente más grandes que la cabeza de sus dueños. Los ratones de Commons, Tabby, Penny y Poppy, se animan, anticipando lo que trae el mediodía: la fiebre del almuerzo.

     Rápidamente, el gran comedor se llena de estudiantes universitarios hambrientos que reclaman con entusiasmo mesas para sus comidas a la hora del almuerzo.

     A diferencia de los estudiantes universitarios hambrientos, las 12:00 no es la hora que los tres ratones han estado esperando ansiosamente. Mientras se escabullen emocionados por las migajas del almuerzo que caen de las mesas y los platos, y engullendo las sobras, sus mentes están puestas en lo que traerá la próxima hora.

13:00. Un toque de la campana de la capilla. 

     A esta hora, la mayoría de los estudiantes han salido del comedor, pero los ratones siguen emocionados, ansiosos. Un grupo más pequeño de estudiantes comienza a reunirse alrededor de una gran mesa cuadrada en el balcón superior del comedor y los estudiantes comienzan a saludarse. “¿Cómo estuvo tu fin de semana?” “Tenía mucho que hacer y un montón de tarea” …

     Poppy, Penny y Tabby se acercan para escuchar sus conversaciones, pero a diferencia de la hora anterior, las personas que cotillean, se ponen al día y comparten historias durante el almuerzo. Este grupo es un poco diferente. Para esta mesa, durante una hora, “Hello” es reemplazado por “Hola” y se comparte su encantadora hora de almuerzo hablando solo en español.

     A Penny, Poppy y Tabby les ha encantado la experiencia de escuchar a estos estudiantes pasando juntos una hora todos los lunes, y nuestros protagonistas incluso se han puesto celosos de su facilidad de comunicación y su transformación de un grupo medio tartamudo e inseguro a uno en que la conversación es fácil en torno a cualquier cosa. A través del aprendizaje de este idioma, el grupo de estudiantes se ha unido, creando el sentido de comunidad que los ratones tanto anhelaban.

     Por lo general, los tres mosqueteros aprecian este evento semanal desde la distancia, pero hoy algo es diferente. Tal vez hoy los ratones se comieron demasiadas rebanadas de queso cheddar durante el almuerzo, o tal vez es porque Poppy tiene obsesión con la frase de Tabby que dice “ningún día más que hoy”; pero hoy, algo es diferente.

     Mirando nervioso a sus dos amigos sentados tristemente mientras observan la hermosa actividad del mediodía, Tabby decide que hoy algo debe cambiar. Sin pensarlo más, Tabby sale corriendo de su pequeño rincón debajo del calentador, se lanza con toda su fuerza hacia el grupo de estudiantes sentados y con entusiasmo comienza a decir “¡Hola! Por favor, ¿puedo sentarme a su mesa?” Mientras que los estudiantes se sobresaltan y gritan como si hubieran visto a un fantasma, Tabby se da cuenta del susto que les ha causado y se va, derrotada, corriendo hacia sus amigos.

     Al día siguiente, desde su típico escondite debajo de la calefacción, notan bloques de madera esparcidos al azar, con mantequilla de maní de olor delicioso por toda la parte superior. Parecía demasiado bueno para ser verdad.

“Nunca tenemos mantequilla de maní”, dice Penny.

Cuando Tabby y Poppy ven lo que está pasando, gritan al unísono: “¡¡¡’NOOOO, PARA!!!”

     Una trampa para ratones. Por lo general, no se  ven por aquí. La gente de la mesa de español debe haberlas preparado. Penny se da la vuelta con los ojos llenos de lágrimas.

“¿Por qué nos odian?”

Nadie es capaz de darle una buena respuesta.

* * *

     Pasan las semanas y los ratones, preocupados, tienen miedo de ser vistos en la mesa de español, pero en el fondo, anhelan ser parte de esta comunidad. Unas semanas más tarde, los ratones deciden que es hora. Es hora de enfrentar sus miedos e ir a presentarse a sus posibles amigos de verdad, y ahora no se permiten huir. Esta vez, los tres ratones sabían que tendrían que adoptar un enfoque diferente. Así que, en una noche fría a principios de febrero, los ratones permanecieron escondidos hasta que escucharon la última parte de la música del equipo nocturno. Una por una, las luces alrededor de todos los espacios comunes se apagaron y usaron sus enormes oídos para escuchar el candado de la última puerta.

“Por aquí”, susurra Tabby, mientras recorren la pared principal y atraviesan una puerta.

     “¡WOW!” Poppy y Penny dicen juntas. Ninguno de ellos había visto nunca ollas y sartenes tan gigantes, un refrigerador tan grande o incluso tantas hogazas de pan.

     Tabby usa su hocico para empujar el cuenco más grande que encuentra y juntos se ponen a trabajar. Usan sus diminutas manos para verter una bolsa entera de harina, coco, agua, leche, azúcar y vainilla. Poppy respira hondo, se pone las gafas, se sumerge en el bol y corre lo más rápido que puede para mezclar la masa. Penny se arrastra hasta el horno y, con todas sus fuerzas, empuja la puerta gigante de acero para abrirla.

Pasan las horas y llega el momento que todos estaban esperando.

     Un olor dulce llena toda la cocina. He aquí, frente a ellos, un enorme y hermoso pastel de chocolate que brilla. Esto es justo lo que necesitan. Al día siguiente, a las 12:50, el hermoso pastel espera al grupo de la mesa de español. Reposa justo en el medio, con toda su belleza. Los tres ratones se esconden debajo del calentador y observan a los estudiantes que toman asiento, uno por uno, alrededor de la mesa. Delante del pastel se lee un cartel que dice “Atentamente, de los ratones que quieren aprender”.

     Los estudiantes se amontonan alrededor y aumentan los susurros. “Ahora”, dice Tabby, mientras da el primer paso de valentía hacia la luz. Poppy y Penny la siguen, todos los ojos se vuelven hacia los tres ratones. Tras una sutil pausa, el balcón se llena de aplausos. Mientras miran a su alrededor, los humanos sonríen, se ven felices y acogedores. Los tres ratones se miran y deciden unirse a los humanos en la mesa. Juntos comen un hermoso pastel, charlan entre ellos y aprenden español. Cuando llega el momento de regresar al calentador, uno de los estudiantes se da vuelta y les dice a los tres ratones: “¡Hasta el próximo lunes!”.