España, como cualquier otro país, posee costumbres que difieren de las que estamos acostumbrados en los Estados Unidos. Es por ello que quisiera hablar de algunas de esas diferencias que noté durante mis primeros meses allí.

1. Etiqueta al comer

En España, o por lo menos con la casa de mi familia anfitriona, parece que se come cada comida con un tipo de cubierto específico. En la casa en la que vivía, teníamos tres tamaños distintos de tenedores, cucharas y cuchillos y cada tipo de cubierto tenía su propio uso. Por ejemplo la cuchara que se usa para comer pescado no es la misma que se usa para comer pavo. Además, no hay tantas comidas que se come con las manos como en los Estados Unidos. Después de acabar el almuerzo algún día, mi mamá anfitriona me preguntó si quería fruta para el postre. Le pedí un kiwi y mi hermano anfitrión pidió una banana. Mientras yo comía el kiwi con una cuchara, como se hace en los Estados Unidos, mi hermano estaba comiendo una banana con un tenedor y un cuchillo! Todo, desde pelar la piel de la banana hasta comer el interior, se hizo con un tenedor y un cuchillo. Eso me sorprendió tanto porque nunca me imaginé que hay personas en este mundo que come bananas con cubiertos.

2. La siesta

Cada día desde alrededor de las 2 a hasta más o menos las 5, muchas tiendas y empresas en todas partes de Madrid y España cierran para disfrutar de la siesta. Quizás en algún momento, la mayoría de las personas usó estas horas para echarse una siesta pero hoy en día la gente utiliza estas horas por razones varias tal como relajarse, en particular, para pasar el rato con familiares y amigos. Durante mis primeras semanas en España, muchas veces me eché una siesta después del almuerzo sin querer porque mi familia me daba más comida de la que normalmente como, por eso me sentía muy cansado. Pero después de decirles que la comida que me daban era demasiada, no me sentí tan cansado después de comer y usé la siesta para relajarme, hacer mis deberes y navegar por Internet.

3. No sonría

Por lo general, en Madrid la gente no sonríe a desconocidos y aprendí esto de la manera difícil. A mí me gusta sonreír, incluso a desconocidos. Y después de crecer en un barrio con gente amigable y asistir a Hamilton por dos años, me parece muy normal sonreír o saludar a desconocidos y que además luego te devuelvan la sonrisa, pero eso no es parte de la cultura de Madrid y se me olvidaba muchas veces. En su mayoría, la gente camina con la cabeza erguida, no mirando a nadie más. A veces hacía contacto visual con alguien y le sonría pero desafortunadamente, me ignoraba. Eso fue algo que extraño mucho de Hamilton. Ese fuerte sentido de comunidad sobre la base de la amabilidad hacia la gente ¡aunque no la conozcas!