Mientras estudiaba en Madrid, aprovechaba los días visitando museos que almacenan las obras maestras de artistas españoles; tomando tapas con nuevos amigos en terrazas rodeadas por los hermosos edificios madrileños; y aprendiendo, poquito a poco, el baile flamenco. Ya llevo seis meses viviendo en Santiago de Compostela, la ciudad capital de Galicia, una comunidad autónoma en el noroeste rincón de España, y me he dado cuenta de que la vida gallega no tiene nada que ver con la vida madrileña. Aquí paso los días intentando soportar la lluvia constante y a la vez adorando el paisaje gallego – en el que existe el verde más verde que he visto nunca, gracias a la lluvia; descubriendo la obra de artistas gallegos tal como Castelao, Rosalía de Castro y Eugenio Granell; y practicando la muñeira, un tipo de baile folclórico gallego que realmente parece más un baile irlandés, como se tocan la gaita y la pandereta.

Para mí, es una experiencia invaluable aprender una lengua extranjera a través de vivir en un país que la habla. Mi trabajo como auxiliar de conversación de inglés me parece una forma de intercambio cultural. En la aula soy profesora, dando clases sobre la lengua inglesa y la cultura estadounidense, pero luego – en la vida cotidiana y en las actividades y fiestas extraescolares del colegio – voy aprendiendo de mis amigos, alumnos y compañeros del trabajo sobre no solo la cultura española y la lengua castellana, sino también la cultura y la lengua gallega.

Aunque me dieron la beca Fulbright para dar clases y compartir lengua y cultura desde los EEUU, creo que estoy aprendiendo aún más de lo que estoy enseñando. Galicia es un sitio lleno de folclor, fuerte tradición y paisajes hermosos. Mientras comparto mi cultura y lengua con mis alumnos, compañeros y amigos, me están regalando muchas experiencias y perspectivas nuevas. Esta aventura me está abriendo la mente a entender más claramente cómo las lenguas regionales – que están desapareciendo, especialmente después de la dictadura y particularmente en las regiones más aisladas y rurales – son imprescindibles en preservar las propias culturas de las comunidades autónomas en España. Por otro lado, estoy mostrando a mis alumnos los matices de la cultura e historia de EEUU desde una perspectiva de primera persona. Cuando participamos en un intercambio cultural y lingüístico así, abrimos las fronteras para compartir nuestras identidades, historias y costumbres.

Fulbright recipient Sabrina Boutselis poses in front of Octopus sculpture in Spain